En el año 1808 Napoleón Bonaparte invade España y toma cautivo al rey Fernando VII, imponiendo a su hermano José Bonaparte como regente.
Como medida de emergencia, en España se organiza una Junta Central Suprema y Gubernativa del Reino a modo de resistencia contra la ocupación francesa para ejercer los poderes ejecutivo y legislativo en ausencia del monarca.
En paralelo, en Hispanoamérica se organizan Juntas de gobierno autónomas a las de la península, las cuáles juran lealtad al rey Fernando VII, pero lo subordinan a la soberanía de la Junta. Además, las Juntas de América no se subordinan a la Junta Central y se autogobiernan, por lo que son vistas como en rebelión desde la península Ibérica, no así desde América.
El 25 de mayo de 1810 en Chile José Antonio de Rojas, Juan Antonio Ovalle y Bernardo de Vera y Pintado intentan formar una junta autónoma sin autorización del gobernador o del Cabildo, por lo que el gobernador real a cargo de la Capitanía General de Chile, García Carrasco, apresa a los cuatro conspiradores y prepara su envío hacia el Perú. Esto provocó el rechazo de la élite local junto con el escándalo de la fragata extranjera Scorpion que lo forzó a renunciar el 16 de julio, siendo la idea de la élite la conformación de una Junta de Gobierno tras su renuncia.
A petición de un Tribunal, García Carrasco entregó el mando del reino al más destacado militar, el brigadier Mateo de Toro Zambrano ante una asamblea de los miembros del cabildo y los altos jefes del ejército y de las milicias. Este hecho fue un gran apoyo para la conformación de la Junta Gubernativa, era el hombre más adinerado del reino, empresario y comerciante de telas, dueño de tres haciendas, decenas de terrenos y casas.
Acumuló también cargos públicos como alcalde, corregidor, superintendente y lugarteniente de capitán y en 1770 compró el título de noble a la corona hispánica.
La inestabilidad política en Chile había comenzado el 11 de febrero de 1808, al morir el gobernador Luis Muñoz de Guzmán.
Finalmente, en una reunión de no más de 10 notables del mismo estilo que Toro y Zambrano, pactaron realizar un cabildo abierto el 18 de septiembre de 1810 a las 9 de la mañana.
A la ocasión llegaron más de 400 personas, todos hombres, criollos, hacendados, propietarios de sociedades de comercio y también poseedores de cargos estatales dados por la misma corona, se declararon como gobierno de Chile.
En dicha asamblea, Mateo de Toro Zambrano abrió la sesión y renunció a su cargo de gobernador del Reino de Chile diciendo: «Aquí está el bastón, disponed de él y del mando».
El Cabildo de Santiago eligió a los integrantes de la Junta con la finalidad de representar a distintos sectores de la sociedad: Mateo de Toro y Zambrano, presidente, representaba al rey; José Antonio Martínez de Aldunate, vicepresidente de la junta, obispo de Santiago, representaba a la Iglesia; Fernando Márquez de la Plata, Consejero de Indias, primer vocal de la junta, representaba a los europeos juntistas; Juan Martínez de Rozas segundo vocal, representaba a la aristocracia de Concepción; Ignacio de la Carrera, tercer vocal, representaba a la aristocracia de Santiago.
La Junta se declaró leal al Rey y se proponía gobernar los territorios de Chile autónomamente mientras se reestableciera el poder monárquico en España. En el acta quedó registrado lo siguiente:
«[…] y a ejemplo de lo que hizo el señor gobernador de Cádiz, depositó toda su autoridad en el pueblo para que acordase el Gobierno más digno de su confianza y más a propósito a la observancia de las leyes y conservación de estos dominios a su legítimo dueño y desgraciado monarca, el señor don Fernando Séptimo […] defender al reino hasta con la última gota de su sangre, conservarlo al señor don Fernando Séptimo y reconocer al Supremo Consejo de Regencia […] Todos los cuerpos militares, jefes, prelados, religiosos y vecinos juraron en el mismo acto obediencia y fidelidad a dicha junta instalada así en nombre del señor Don Fernando Séptimo, a quien estará siempre sujeta.»
La Iglesia Católica y la Real Audiencia se transformaron en controladores de los primeros pasos de Toro y Zambrano. La primera proclama del ahora Presidente de la Junta Gubernativa fue un llamado al orden público y a respetar a la autoridad.
José Gregorio Argomedo, un criollo de la élite fue uno de los pocos en poder hablar aquel día del cabildo: «de quedar seguros, defendidos y eternamente fieles vasallos del más adorable monarca, Fernando».
Dentro de los asistentes a la reunión del 18 de septiembre existieron facciones: los moderados, monarquistas y separatistas. Sin embargo, lo que los unía era una reforma que garantizara libertad de comercio, reformas económicas y educativas, además de mayor autonomía local y esto para algunos no podía ser en ruptura con el Rey, en esa coyuntura específica de 1810.
Es así que la Junta posteriormente declara la libertad de comercio internacional. Se declararon también las herramientas importantes —tales como armas, imprentas, libros, mapas y papeles, entre otros— que no tendrían impuesto, con el objetivo de abaratar su coste en Chile. Además se estableció contacto con la Junta de Buenos Aires y aumentaron y reorganizaron las tropas del Ejército para repeler una invasión francesa a territorio hispanoamericano.
La sociedad chilena del siglo XIX comenzó a ser gobernada por la aristocracia de Santiago mayormente criolla, comerciante y acaudalada. Y que se había gestado en los siglos anteriores.
Si bien la Primera Junta, como órgano provisional, contó con reconocimiento en gran parte del territorio chileno, ella solo representaba formalmente a los vecinos de Santiago. Por ello, dentro de sus primeras acciones estuvo la organización de un congreso representativo de todas las provincias del Reino.
En la convocatoria a elección del Congreso de 1811 se reitera que se trata de una organización provisional por los sucesos de la península Ibérica.
La Citación del 15 de diciembre de 1810 comienza diciendo: «Las desgraciadas ocurrencias de la Península, su ejemplo i el de las provincias vecinas, obligaron a la capital de este reino a formar un gobierno provisional que precaviese el riesgo en que se hallaba de ser separada de la dominación de su amado soberano, el señor don Fernando VII, o por sorpresa, o por intriga.»
Se considera que el proceso emancipatorio de Chile comenzó con la Primera Junta de Gobierno, sin embargo, es en el Congreso, el cual comienza a funcionar el 4 de julio de 1811, en donde las ideas separatistas empiezan a ganar terreno y aún más con la toma del gobierno por parte de José Miguel Carrera durante el mismo año.
Los historiadores consideran que el período de la Patria Vieja comienza con la conformación de la Junta de Gobierno en 1810.
Hasta 1823, las festividades patrióticas eran tres: el 12 de febrero, el 5 de abril, y el 18 de septiembre. Es decir, una celebración por cada una de las fechas relevantes durante el proceso emancipatorio. Estas correspondían a la proclamación de la independencia, la batalla de Maipú y la conformación de la primera junta de gobierno.
El 14 de agosto de 1824, y con Ramón Freire como Director Supremo, se abolió la conmemoración del 5 de abril y se dejaron como festividades cívicas oficiales al 12 de febrero y el 18 de septiembre, posteriormente, el Cabildo de Santiago con tal de ahorrar dinero del cual prescindía, toma la decisión de celebrar solo el 18, además de que la autoridad buscaba reducir feriados en general para promover una nueva ética del trabajo.
Es posible de que Ramón Freire haya eliminado el feriado del 5 de abril además para evitar rendir homenaje a Bernardo O’Higgins, de quien fue opositor, al igual que gobiernos posteriores.
Desde los primeros gobiernos republicanos se regimentó la celebración del 18 de septiembre prohibiendo las fondas y ramadas populares en los márgenes de las tres grandes ciudades del país: Santiago, Copiapó y Concepción, en fechas que no estuvieran autorizadas.
Desde ese momento y, de arriba hacia abajo, año a año, se fueron canalizando las fiestas patrias de Chile hacia las fechas actuales.
Fuentes:
https://www.latercera.com/culto/2020/09/11/como-se-instauro-el-18-como-fecha-de-las-fiestas-patrias/
https://research.kent.ac.uk/warandnation/es/se-forman-juntas-en-caracas-buenos-aires-bogota-y-santiago/https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-593.html
Vicuña Mackenna, Benjamín (1938). Obras completas: Historia de Santiago. Santiago, Chile: Editorial Universidad de Chile.
http://www.auroradechile.cl/newtenberg/681/article-2400.html
Gutiérrez Ardila, 2010