Campaña Marítima Guerra del Pacífico – Combate naval de Iquique y de Punta Gruesa – Historia Nostrum

Tras la declaración de guerra, comienza oficialmente el enfrentamiento, Perú se alía con Bolivia debido a un Tratado Defensivo hecho con anterioridad el cual intentó ocultarselo a Chile para ganar tiempo, hasta que ya era demasiado evidente. En este conflicto el dominio del mar sería fundamental para el triunfo, ya que movilizarse solo a través del Desierto era una tarea mucho más costosa y complicada.

La guerra sorprendió a Chile, contando con menos de 3000 hombres en las FF. AA. y la mayoría de las naves de la escuadra en malas condiciones.

El capitán de navío chileno Francisco Vidal Gormaz menciona que los únicos buques usables son los blindados y la Magallanes. Las corbetas O’Higgins y Chacabuco, deben pasar a fines del año a la categoría de buques de vela, pues la destrucción de las calderas las priva del carácter de buques mixtos.

Cabe señalar que no se menciona ni a La Esmeralda ni a la Abtao debido a que no eran aptas para el combate.

El Gobierno de Chile quería atacar al puerto del Callao, de esta manera se iniciaría la campaña marítima de manera teatral con una victoria, al destruir los buques peruanos y adquirir inmediatamente el control del mar.

Rafael Sotomayor, le comunica el plan al almirante Juan Williams Rebolledo, quien estudió el plan y concluyó que no era viable ya que la base de operaciones se encontraba en Valparaíso y la línea de comunicación era fácilmente interrumpible por el enemigo, además al haber buques en mal estado, había que navegar a la velocidad de estos, lo que retrasaba el traslado y como consecuencia se perdía el factor sorpresa. Por último se carecía de transportes carboneros hábiles para la guerra.

Se decidió entonces el bloqueo de Iquique, el cual era un centro de exportación de salitre y la destrucción de la carga de estos en Huanillos y Pabellón de Pica, los cuales una vez destruidos dañarían gravemente los ingresos económicos peruanos.

Además al bloquear Iquique la escuadra peruana se movilizaría al sur y se encontraría en mar abierto con la escuadra chilena, esta última mantendría protegida a Antofagasta, base de operaciones del ejército y sus máquinas desalinizadoras de agua.

Valparaíso era la base naval, y se buscaba establecer en Mejillones una base de operaciones artillada y tener ahí depósitos de carbón, víveres, municiones, equipo, etc. Además de entrenar a las tripulaciones para el combate.

La flota chilena estaba conformada por: el Blanco Encalada, el Cochrane, la Chacabuco, la O’Higgins, la Magallanes, la Esmeralda, la Abtao y la Covadonga.

Aquellas eran naves que se caracterizaban por su diferente andar, tiempo de servicio y armamento.

Los buques más poderosos eran el Cochrane y la Magallanes, con sus cañones de 200 libras. La oficialidad y tripulaciones chilenas tenían mejor entrenamiento que la peruana, el teatro de operaciones marítimo estaba muy distante de la base de operaciones y logística del puerto de Valparaíso, lo cual significó un mayor esfuerzo logístico para el aprovisionamiento del carbón para los buques, reparaciones, municiones, y demás.

Mientras tanto Perú venía realizando preparaciones con anticipación y contaba con una flota lista para el combate. Quien estuvo al mando de la flota fue Miguel Grau.

La flota peruana estaba compuesta por: la Independencia, el Huáscar, la Unión, la Pilcomayo, el Manco Cápac y el Atahualpa.

La primera actividad fue el bombardeo de Mollendo por parte de Chile; la idea era destruir el muelle, las lanchas y los elementos de carguío. Se capturó un remolcador, varias lanchas de carga y se destruyeron los puertos de embarque de guano.

Los peruanos, movilizaron transportes hacia el sur para reforzar sus tropas en Iquique y Arica, el comodoro Grau estableció en Arica la base de operaciones para sus buques.

Grau reforzó el puerto de Arica con artillería de grueso calibre y estableció como fortaleza flotante al guardacostas Manco Capac, un blindado peruano con dos cañones de 500 libras.

Los ataques de la escuadra chilena en la costa del Perú generaron una presión ciudadana en el gobierno del Presidente Prado, pero este decidió esperar a la escuadra chilena bajo la protección de los cañones del Callao.

La escuadra chilena preparaba a sus tripulaciones para el combate principalmente artilleros y apuntadores. Los ingenieros estaban bien calificados titulados en Europa, pero se necesitaba capacitar especialidades técnicas como mecánicos, caldereros, fogoneros, electricistas y buzos.

El hecho de que Williams desechara el plan de atacar al Callao produjo malestar en el gobierno y se pensó cambiar al comandante de la escuadra por otro. Sotomayor no procedió al relevo.

Se creó una oficina de informaciones cuya misión era obtener información sobre el enemigo, sus fuerzas y medios. Un grupo de voluntarios jóvenes se presentaron para informar posteriormente a los Estados Mayores.

El Perú también tenía numerosos espías y agentes que viajaban con plena libertad entre Valparaíso y el Callao obteniendo así información de fuentes abiertas como el diario El Mercurio y La Patria de Valparaíso que informaban diariamente de los embarques de tropas con abundante detalle.

Tras fracasar el plan del gobierno de atacar El Callao, el ministro de guerra con el consejo de gabinete resolvió organizar una expedición de 5000 hombres para derrotar a los peruanos y bolivianos en Tarapacá sin definir el lugar de desembarco.

El 5 de abril la escuadra chilena comienza a bloquear el puerto de Iquique, siendo esta la primera ofensiva marítima de la guerra.

Para comunicar el plan anterior se envió dos telegramas al ministro de guerra en campaña, Rafael Sotomayor y su hermano coronel Emilio Sotomayor, comandante de la guarnición en Antofagasta. Esto ocurrió el 11 de abril de 1879.

Combate de Chipana

El 12 de abril de 1879 se produce el combate de Chipana.

Los buques peruanos Unión y Pilcomayo avistaron a los buques chilenos comandados por Latorre, que tenía dos opciones, combatir y abrirse paso hacia el norte luchando contra fuerzas peruanas o bien efectuar una retirada hacia el sur.

El comandante Latorre aceptó un combate con un enemigo 5 veces superior, más veloz y con artillería más poderosa, sin embargo logró imponerse, vencer y continuar su ruta a Iquique. Su decisión fue acertada por cuanto mantuvo el principio de mantenimiento del objetivo que era mantener su navegación al norte. 2 navíos peruanos enfrentaron a otro chileno más débil, resultando con averías y derrotados.

En forma paralela las tropas que se preparaban para combatir en la campaña terrestre en el puerto de Antofagasta tenían su base de operaciones para bastimentos logísticos, entrenamiento e instrucción. La fuerza total del ejército aumentó en esa zona a 2730 hombres.

El 18 de abril llega el Blanco Encalada y la Chacabuco a las costas de Pisagua bombardeando dejándolo en ruinas.

En el mando chileno se discutía si lo mejor era bloquear el Callao o expedicionar sobre Iquique, finalmente el 18 de mayo llega un telegrama que decía: «Presidente: Cartas interceptadas de Lima en Cobija dicen que Prado salió del Callao con la escuadra y 4000 hombres a Arica. Williams salió el 15 al norte. Espero resultados. ~Arteaga”

El almirante Williams había marchado hacia el norte sin saberse su objetivo y con el conocimiento de Sotomayor y tres jefes superiores de confianza.

El 16 de mayo todos los buques que estaban bloqueando Iquique a excepción de La Esmeralda y La Covadonga, abandonaron el puerto con destino al Callao. Las naves que se quedaron tenían sus calderas en mal estado.

El mismo día zarparon desde el Callao los blindados Huáscar e Independencia, escoltando a los transportes Oroya, Chalaco y Limeña los cuales llevaron un numeroso contingente de soldados a Arica, el Presidente Prado iba en el Oroya.

Durante el viaje ambas escuadras casi se topan, sin embargo no se divisaron estando a 35 millas de distancia.

En cumplimiento de la órdenes del almirante Williams, Prat y Condell, permanecen con sus navíos en el bloqueo de Iquique.

Mientras se aproximaban hacia Iquique el Huáscar y la Independencia, el entrenamiento de los artilleros y tripulaciones de los buques chilenos continúa desarrollándose a base ejercicios doctrinarios. Prat encargó a Hyatt, su ingeniero de máquina, revisar la caldera y optimizar las máquinas dentro de sus limitaciones, pero Hyatt le informa a Prat que esto no se pudo lograr. Sin embargo en la Covadonga. Por ser este un buque más liviano se podía obtener una mayor velocidad de navegación, lo cual sería gravitante en el resultado del combate futuro.

Combate naval de Iquique

Los vigías de ambos buques al amanecer del 21 de mayo de 1879, dan un aviso al grito de humos al norte. Prat ordena a Condell, alejarse con su buque, desde la Esmeralda más hacia el sur, a lo cual Condell responde “All right sir”. El Capitán Prat prepara el barco para el combate. La comida consistió en una cazuela y una empanada, y, como curiosidad, en el 21 de mayo hasta el día de hoy se sirve la misma comida a las tripulaciones de la Armada de Chile en conmemoración del combate.

Luego de ello y antes del alistamiento del combate, el capitán Prat emite su famoso discurso: “La contienda es desigual, pero, ánimo y valor. Nunca se ha arriado nuestra bandera ante el enemigo y espero que no sea ésta la ocasión de hacerlo. Por mi parte, os aseguro, que mientras yo viva, esa bandera flameará en su lugar y si yo muero, mis oficiales sabrán cumplir con su deber» ¡Viva Chile!, gritan todos y se da inicio al combate al aproximarse el monitor Huáscar quien dispara el primer cañonazo que cae a cierta distancia de la Esmeralda, sin embargo, el fuego de una batería de artillería peruana desde la costa logra impactar a la fragata chilena y causar algunas bajas, lo que obliga al comandante chileno ordenar que su buque se aleje de la costa. La máquina de la Esmeralda pese a funcionar con toda su potencia, avanza lenta y tercamente acercándose a su enemigo. En la mente de Prat siempre estuvo la idea de abordar al buque enemigo como una táctica de combate. 

El comandante Grau, al mando del Huáscar, ordena acercarse hacia el buque chileno y disparar su artillería prácticamente a quemarropa, logrando numerosas bajas en la cubierta de la fragata, y luego de eso ordena el primer espolonazo, aprovechando para ello el espolón que tenía a proa el Huáscar. En La Esmeralda se amarraron los coys para amortiguar los balazos y así refugiar a la fusilería. Se produce el primer espolonazo que comienza a hundirse escorandose hacia babor, además de los cañonazos, el monitor Huáscar contaba con ametralladoras Gatlin que causaron una mayor mortandad en el buque chileno. 

En el segundo espolonazo el capitán Prat, al ver el Huáscar a sus pies grita ¡al abordaje muchachos! y salta hacia el buque enemigo junto con el sargento Aldea, cayendo heridos ambos de muerte.

A bordo de la Esmeralda, la muerte de su Comandante produjo un sentimiento de venganza y de dolor, que reforzó la convicción colectiva de no rendirse.

Luego de la muerte de Prat, tomó el mando el Segundo Comandante, Teniente 1° Luis Uribe, quien pudo presenciar desde la toldilla los terribles estragos producidos por el «Huáscar”. Retirada la nave enemiga, sobrevino una relativa calma. El Comandante Grau quiso dar tiempo para que sus adversarios se rindieran. El Corneta y Tambor Gaspar Cabrales murió casi al mismo tiempo que su Comandante. El Cabo Crispín Reyes, al ver que el Corneta Cabrales había sucumbido, tomó el instrumento y siguió tocando «al ataque», hasta que una granada le voló la cabeza. Entonces tomó la Corneta el Grumete Pantaleón Cortés, quien continuó tocando hasta que el buque se hundió.

La rendición de La Esmeralda no se produjo, por lo que Grau decide volver a atacar. El tercer espolonazo provoca el hundimiento de la Esmeralda. Salta el teniente Serrano y un grupo de doce marineros que llevando rifles y machetes cayeron sobre la cubierta del barco, ambos abordajes no tienen resultados más allá de la muerte y el sacrificio heróico de la tripulación de la Esmeralda. Después del tercer espolonazo se hunde la corveta, con su la bandera a tope, sin arriarse, mientras que el guardiamarina Ernesto Riquelme clavó la bandera, disparó los últimos cañonazos y se hundió junto al barco.

Una vez finalizado el combate naval de Iquique, Miguel Grau decide socorrer a los marinos chilenos y además enviarle a la viuda de Prat una carta explicándole lo sucedido y sus pertenencias en un gesto que puede catalogarse como de profunda nobleza. Tal como se menciona en un video anterior, Prat y Grau se conocían con anterioridad ya que Chile y Perú fueron aliados en la guerra hispano-sudamericana.

Combate de Punta Gruesa

En paralelo al combate naval de Iquique se desarrolló el combate de Punta Gruesa, el cual comenzó cuando la Covadonga decidió salir de la bahía en retirada, bordeando los arrecifes de la costa, con rumbo al sur. A la altura de la isla de Iquique recibe un proyectil del Huáscar, el cual cobró 3 vidas. Cuando estaba a la altura de playa Cavancha fue atacada por una gran cantidad de botes armados, los cuales fueron repelidos por los fusileros exitosamente.

Mientras la Covadonga seguía su travesía en cercanía a la costa, la Independencia la perseguía mientras le disparaba. La Independencia al ser el barco más fuerte, veloz y grande del combate, no era capaz de andar en aguas bajas, algo que sí era capaz de hacer la Covadonga, un barco que era más débil que la Esmeralda.

La Covadonga estaba impedida de disparar debido a que si se detenía debía presentar el costado, lo cual le hacía ganar distancia a la Independencia. Esta última, por su parte tenía un cañón de proa de 150 libras, lo que facilitaba el accionar de la artillería.

A las 10:00 AM la Independencia le pega un primer espolonazo a la Covadonga cuando esta se encontraba frente a la caleta Molle en donde además recibe disparos desde tierra firme.

La Independencia logra acertar varios tiros sobre la Covadonga ante esto el Segundo Comandante de la “Covadonga”, Teniente 1° Manuel Orella se encarga de impedir que el cañón de proa y las ametralladoras peruanas sigan haciendo daño a la nave chilena, por lo que cuatro fusileros disparan a una distancia de entre 200 y 300 metros sobre los sirvientes del cañón de proa peruano. Estos al tener que cargar el cañón desde adelante quedaron expuestos a los disparos chilenos y al poco tiempo el cañón peruano dejó de disparar.

El no poder utilizar su cañón de proa, exasperó al Comandante Moore, por lo que decidió atacar por tercera vez al espolón, a las 11:45 horas, en los arrecifes ubicados un poco al norte de Punta Gruesa, donde la “Independencia” a una distancia de 250 metros forzó la máquina y se lanzó sobre la “Covadonga”.

Ante esta situación, el Comandante Condell decidió pasar sobre los bajos, tocando ligeramente con la quilla de su nave y rechinando el casco. Inmediatamente el comandante chileno comprendió que su enemigo, de mucho mayor calado, no pasaría por las rocas y que indefectiblemente se vararía, exclamando festivamente “¡Aquí se fregaron!”, ordenando instantáneamente caer a estribor y virar hacia atrás.

La «Independencia», sin comprender ese movimiento que la acercaba más al enemigo, siguió exactamente el peligroso derrotero que la “Covadonga” acababa de salvar, y al hacerlo, chocó con gran violencia en las rocas sumergidas, montándose sobre éstas, quedando tendida de costado con su quilla destrozada, con grandes vías de agua en el casco que la inundaron rápidamente.

Al sentir el violento impacto, la tripulación de la fragata peruana que estaba en espera de acertar el espolonazo sobre la goleta chilena, se puso rápidamente de pie y gritó “¡Viva el Perú!”, creyendo que era la “Covadonga” la que había sufrido el golpe del ariete.

Sucedido esto, la “Covadonga” inmediatamente giro en 180° y pasando por la banda de su rival, tomó posición a popa de ella iniciando un intenso fuego, donde no podía recibir los disparos de los peruanos, acertándole seis cañonazos que destrozaron la cubierta y el casco de la varada fragata, además de un incendio y numerosos heridos.

La marinería peruana gritaba que estaba rendida. Al poco rato arrió la bandera y la cambió por una de negociación. Al momento el Comandante Condell ordenó cesar el fuego y a viva voz conversó con el Comandante Moore, el cual le ratificó su rendición y a la vez le pidió un bote. El combate terminó a las 12:35 horas.

En un primer momento, Condell había decidido enviar el bote y auxiliar a los náufragos, pero posteriormente cambió de parecer y prefirió poner proa al norte para acudir en ayuda de la “Esmeralda”, de la cual no sabía nada. Esto sucedió casi a las 14:00 horas.

Cuando la “Covadonga” había navegado apenas una milla al norte, divisó al “Huáscar”, ante lo cual viró rápidamente y puso rumbo al sur.

El Comandante del “Huáscar”, Miguel Grau podría haber alcanzado rápidamente a la “Covadonga”, pero impresionado por la magnitud del desastre para la Armada del Perú ocurrido en Punta Gruesa, optó por socorrer a los náufragos de la «Independencia» y no continuar con su persecución.

El brillante triunfo obtenido por la vieja y débil goleta cañonera “Covadonga”, fue un golpe que la Marina del Perú no pudo superar jamás en el transcurso de la Guerra del Pacífico.

La poderosa fragata blindada “Independencia” era la mejor y más moderna nave de la Escuadra peruana, superior en todo aspecto al blindado “Huáscar”, tanto así que por sí sola representaba la tercera parte del poder naval peruano.

A partir del 21 de mayo de 1879 la Escuadra peruana tuvo que depender solo del “Huáscar”, el que debió realizar una guerra de corso, ya que no estaba en condiciones de enfrentar de igual a igual a los blindados chilenos “Almirante Cochrane” y “Almirante Blanco Encalada”, quedando la Escuadra chilena con la superioridad en el Pacífico.

También de manera anecdótica se puede destacar que las iniciales de todos los barcos presentes en el 21 de mayo, forman la palabra Chile.

En el corto plazo, tanto la resistencia de la “Esmeralda”, como la pérdida de la “Independencia”, significó para el Perú, el no poder ejecutar su plan de capturar el convoy con tropas, destruir las máquinas resacadoras de agua de Antofagasta, de importancia fundamental para suministrar el vital elemento a las tropas que se estaban concentrando en ese puerto y por último atacar a los puertos del litoral norte de Chile.

Los Combates Navales de Iquique y Punta Gruesa crearon una mística que acompañó a las fuerzas chilenas durante toda la guerra. Para Chile lo más importante de este combate, es que inflamó el espíritu patriota de los chilenos y reforzó la tradición iniciada por el Almirante Lord Thomas Alexander Cochrane, durante la Guerra de la Independencia, y cumplida hasta la fecha, que es luchar contra el enemigo para «Vencer o Morir», lema grabado en bronce en todas las unidades de la Escuadra Nacional.

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